Los conceptos de ‘edad‘ y ‘videojuego‘ han ido casi siempre de la mano en la gran parte de la historia jueguil, sin duda. Polémicas, conflictos, debates…muchos son los condimentos que nos han ido proporcionando de cara a las aptitudes -que no actitudes- que se necesitan tener para jugar a un buen videojuego, sea del género que sea. El problema viene cuando no cumplimos con las condiciones que se interponen entre nosotros mismos y el juego en cuestión.
Hoy tocaré un tema peliagudo y es, precisamente, sobre el PEGI y como algunos aprovechan el desconocimiento de otros para evadir los obstáculos y poder jugar a un juego que se aleja de las características del propio jugador, como es la edad. Estos días en la Gamepolis 2014 de Málaga pude ver como muchos torneos fueron organizados de manera coherente y sutil, tales como Mario Kart 8, Pokémon X/Y, Lol, FIFA… y también COD: Ghosts. No se me confunda el personal, estoy a favor que todo niño o niña pueda jugar a un videojuego, siempre y cuando este no consiga ‘desproporcionar’ el sentido común o la propia infancia de los más peques.
Hoy he podido comprobar de manera casi avergonzada como un grupo de chicos adultos, pongamos más de 19 años, se enfrentaban en plena competición contra otro grupo de chavales que quizás no superaban ni los 13 años de media. Está claro que la diferencia entre unos y otros es importante, pero no es eso única y exclusivamente lo que más me llamó la atención, no, lo destacado del argumento es ver cómo estos chavales insultaban y se volvían ‘pseudo-locos’ perdidos a la hora de matar a su rival, de aporrearlo, llamadlo como queráis. Niños que jugaban con tal destreza que no quería ni imaginar siquiera las horas que les han debido dedicar al propio COD: Ghosts. Gritos y gritos resonaban por el stand mientras el público les animaba vilmente a que derrotaran a su rival. En cierto modo, diréis, no hay problema: no se hacen daño, se entretienen y simplemente procuran divertirse ante el clamor de los espectadores que allí se encontraban; lo negativo de la historia es la imagen de un niño de 13 años jugando a un juego apodado de violencia extrema con un PEGI de +18. Repito, la diferencia es destacada. Podemos extrapolarlo a Evolve, en cuyas colas predominaba mucho chavales de corta edad. El único momento en el que uno de los organizadores se acercó a la cola era simplemente para ordenarla, no para preguntar siqueira la edad de los niños. ¿Dónde estaba la organización? En fin.
Pero busquemos culpables, para mi, el principal problema del que casi nadie tiene solución. Soy psicólogo en formación y puedo asegurar que los niños son como las cometas: debes de sujetarlas bien para que estas no se vayan al vuelo en pleno parque central. Pues esto lo extrapolamos a los niños, quien ante todo y que no se me tache de ‘irrespetuoso’, son como criaturas que necesitan orientación de los padres. Es entendible que los padres no puedan comprender bien el mundo jueguil actual, pues incluso si nosotros mismos nos descuidamos, perdemos el rumbo y el conocimiento ya que los videojuegos avanzan a pasos agigantados, amen de que no tenemos las mismas responsabilidades que los propios padres, pobres de ellos debo decir. Pero pasemos por alto el desconocimiento del padre, “¿qué es un COD? ¿significará ‘cojo otro dedal’ para PS3?” es normal que no entiendan los fundamentos de un COD, pero si que son responsables de ver qué hacen los niños en su tiempo libre. Es matemáticamente imposible, decía un antiguo docente mío, ver a un niño las 24 horas del día, nisiquiera cuando estamos a su lado, pues la responsabilidad doméstica o laboral retira al padre del tablero y deja solo al niño. Otro aspecto curioso que yo mismo he podido ver en el torneo de COD celebrado en la Gamepolis era a unos padres animando a su hijo a matar a los miembros del otro equipo mientras el niño, motivado ante el furor de sus padres, aprieta el R2 o gatillo sutil y felizmente.
Por eso precisamente creo que todo padre debería de informarse bien sobre los videojuegos y ahí es cuando metemos al tan conocido dependiente de una tienda. Vivimos en una sociedad tan capitalista que el dependiente sólo quiere vender su juego, tengamos a un crío de 10 años o a uno de 17, vender vender vender…son las palabras claves que tiene en su mente, ojo, no quiero generalizar, hay ‘dependientes y dependientes’. Cuantas veces me he encontrado en un comercio de este ámbito a una madre que le decía a su hijo “¡Jaimito, querido! elige un juego y te lo compro” mientras piensa en si compró o no el detergente de marsella, sin mirar siquiera qué título eligió el niño. Luego el dependiente, ante la ignorancia de la madre, coloca el juego catalogado de +18 en una bolsa, y a comer.
A modo de conclusión, un niño tiene que disfrutar de un videojuego, tiene derecho a jugar a un videojuego, pero que sea de su calado, no de su futuro yo. Es necesario un buen videojuego para desarrollar la capacidad productiva del niño, ayudarle a fomentar esa representación mental a la hora de resolver puzzles en un Layton, o de divertirse de manera alocada en un Little Big Planet, pero no hay que dejarlos caer en la tentación y crueldad de un videojuego de género belicista. Disfruten, ustedes, de vuestra infancia, pues la matanza no es un disfrute sano ni mucho menos a edades tempranas.
Luis León
Es cosa de tener criterio. Yo no veo problema en que un niño juegue a cosas violentas, siempre y cuando sepa que simplemente es una pantalla, es un videojuego. Yo he jugado a varios tipos de cosas desde que tengo memoria, y no soy violento y mucho menos. Mis padres me han educado lo suficiente como para desarrollar una moral y saber lo que es correcto y lo que no lo es. No me pongo de loco a gritarle a una pantalla, yo veo a los videojuegos más allá de eso. Más que el hecho de que deberían de jugar cosas violentas, lo que debería suceder es que los padres educasen mejor a sus criaturas.
perkins
Para absolutamente nada, es una forma subjetiva y sutil de decir “niños no juguéis a este juego” pero resulta que justamente se consigue lo contrario. Los niños solo juegan titulos +18; GTA, CoD…