Los IGF y los GDCA: Importantes modelos a seguir

Desde que Geoff Keighley protagonizó el infame reportaje de Halo 4 con promocionales de Mountain Dew y Doritos a los lados, este hombre no ha podido recuperar lo que alguna vez fue una alta reputación dentro del periodismo de videojuegos. Una reputación que honestamente no sé de dónde ganó en primer lugar. Este hombre fue el productor ejecutivo de los (afortunadamente) extintos Videogame Awards, unos premios dedicados a asesinar más de 10,000 neuronas por segundo. Los VGA fueron por mucho tiempo, de los pocos premios de videojuegos que de verdad se reconocían dentro del medio. Estos supuestamente eran nuestros Óscar en términos de popularidad. Pero el gran inconveniente, que hasta día de hoy sigue sin ser arreglado en su descendiente espiritual The Game Awards, es que la “gala” es interrumpida constantemente por una ráfaga imparable de anuncios, y si llega a haber un rayo de esperanza que parece ser un premio, resulta que solamente era de una categoría ridícula como “Mejor Exclusivo de ‘X’ Consola”, y cuando es entregado, se calla lo más rápido posible a quien lo gana para poder seguir con las revelaciones.

No me puedo tomar a The Game Awards como algo serio. Aunque su primera edición en 2014 fue algo relativamente mejor a los infames VGA, siguen estando plagados de problemas más que obvios que el mismo Keighley intenta desesperadamente defender en su Twitter. Es por ello que a partir del año pasado, he empezado a solamente esperar a las galas conocidas como el Independent Games Festival y el inmediato Game Developers Choice Awards. Ambas galas son presentadas durante la misma noche en el transcurso del evento mayor, la Game Developers Conference. Los IGF han estado con nosotros 17 años, y los GDCA 15. ¿Pero por qué hasta el día de hoy no los hemos reconocido como algo mayor a The Game Awards?

Keighley

Está claro que es porque no poseen la misma cantidad de presupuesto, marketing o atención por parte de los medios de comunicación. Inclusive los IGF hicieron la broma de que a no ser por el patrocinio de ID@Xbox o Steam, estarían haciendo la entrega de premios debajo de un puente en San Francisco. En ese sentido, el evento más llamativo y espectacular, siempre se llevará la mayor atención, y con eso de que The Game Awards fueron patrocinados por todas las grandes de la industria, es poco probable que los dos premios celebrados el día de ayer vayan a tener la misma cantidad de hype en años por venir. Pero aún así, es importante hacerle caso a estas dos ceremonias, porque estas de verdad valen la pena ser experimentadas.

Las categorías presentadas aquí verdaderamente reconocen el mérito artístico detrás de cada obra nominada. Quizá no hay premios al diseño de niveles ¿o qué sé yo? un reconocimiento a la programación más eficiente, pero sí hay un premio al diseño, uno a la narrativa, al estilo visual, al sonido y a la tecnología. Son categorías muy similares a The Game Awards, sí, pero la clave está en cómo presentan la ceremonia. Los IGF y los GDCA se sienten mucho más humanos que los premios de Keighley. Tienen un alma por detrás. Cada vez que alguien gana un premio, todos se callan y nos dejan ver qué tiene que decir el ganador, un ganador que frecuentemente se siente honorado y orgulloso de pasar al frente. No hay anuncios en ningún punto. Las dos entregas de premios duran en promedio una hora cada una, pero son 60 minutos dedicados solamente a dar premios y a festejar el medio por lo que representa. Mientras que The Game Awards cree que por poner una cita de Shigeru Miyamoto y sacar a Koji Kondo tocando el tema de Super Mario ya nos los podemos tomar como algo maduro, en los GDCA tenemos un In Memoriam de todas las figuras que han fallecido en la industria durante 2014; una acción que  habla por si sola. Nadie dijo en algún punto “Ahora recordemos a los fallecidos porque los videojuegos son importantes y artísticos e importantes y artísticos … y ahora un World Premiere damas y caballeros”

TGA

The Game Awards parecen apurados, como si estuvieran presionados para ser un evento de súper producción que sale justo a tiempo para Navidad. Los Óscar, los Emmy o los Grammy se llevan a cabo hasta meses después de que acaba el año que celebran, para que pueda haber tiempo de análisis, de reflexión e investigación. Un In Memoriam jamás será posible en The Game Awards, porque en el mes de diciembre pueden haber figuras clave que pueden fallecer. Es más, Ralph Baer falleció un día después de la celebración de los TGA. Solamente por esa sección, los GDCA han ganado más prestigio y seriedad que The Game Awards con sus “World Premiere”.

El tiempo extra que se toman estas galas, resulta en mejores nominaciones para cada categoría. En The Game Awards parece que están dando premios para cumplir con los estudios, de otra forma no me explico que se haya nominado a Ubisoft como mejor estudio de 2014. ¿Pero Kentucky Route Zero ganando Mejor Narrativa en los GDCA? ¿Mejor Debut para Stoic por hacer The Banner Saga? Estos premios promueven la diversidad dentro de los videojuegos. El trabajo de cualquier entrega de premios es fomentar la cultura; me atrevo a decir que inclusive, el buen gusto. Es por eso que en especial disfruto tanto de los IGF, porque estos premios me presentan obras de las que jamás había escuchado. Pero no sólo una ceremonia de videojuegos independientes debería celebrarlos, y es por eso que los GDCA tienen categorías que celebran la innovación, lo arriesgado y lo nuevo. Una vez más, que KRZ haya ganado Mejor Narrativa frente a un juego tan alabado por lo mismo como Sombras de Mordor, me alegró muchísimo cuando lo vi suceder enfrente de mis propios ojos.

“Tienen un alma por detrás.”

Pero esa humanidad que transpiran los premios, no sólo se nota en cómo está organizado el evento, o cómo se presentan las nominaciones. La gente que sube al podio tiene ganas de estar ahí. Durante The Game Awards, la mirada vacía de Geoff Keighley casi hasta era una ventana a cómo dentro de su cabeza, estaba esperando a que terminara el evento para recoger todo el dinero de los tickets que se vendieron e irse a casa a seguir promocionando videojuegos Triple A con la ayuda del poder de los Doritos. Pero por el otro lado, los presentadores de los IGF y los GDCA, Nathan Vella y Tim Schafer respectivamente, están interesados en lo que están haciendo. Juegan con la audiencia y hacen del evento más ameno como cualquier presentador debe hacer, pero a la vez, mantienen un carácter formal y maduro como en el ya mencionado In Memoriam. Vamos, que Vella hizo una declaración muy importante sobre GamerGate, apoyando a la situación tan mala por la que está pasando la industria, fomentando la diversidad en el desarrollo y a los videojuegos como un arte.

Tim Schafer

Hay sketches hechos por Mega64 y Hey Ash Whatcha Playin’?, personas que han sido devotos de los videojuegos desde hace varios años. La sala está llena de personas que pertenecen al medio y nada más. Cada categoría presentada reconoce individualmente a los autores de los videojuegos, las figuras claves en las nominaciones respectivas. Si se está hablando de Excelencia en Música, se nomina a quien haya hecho esa música, no a todo un estudio. Esta es una oportunidad para aprender del medio; dan ganas de investigar de todas estas personas una vez acabada la velada. Estas personas ganan reconocimiento después de la entrega de premios. Tanto, que al comienzo de los IGF se hizo una sección hilarante donde hacían eco al cómo Lucas Pope se alzó el año pasado con tantos premios y reconocimientos gracias a Papers, Please. Se dan premios a las trayectorias importantes de gente como Brenda Romero, o a figuras tan míticas dentro de la industria como Hironobu Sakaguchi. Se aprecia la historia de los videojuegos mientras se desea el avance del medio. Ambos eventos son un homenaje a este arte.

Puede que The Game Awards compartan el presupuesto y la espectacularidad de los Óscar, pero en términos de calidad, presentación y seriedad, los GDCA son los premios que deberían representar a los videojuegos, a los IGF se les debería tratar como un Sundance. Estas galas de premios son dos modelos muy importantes que el resto de premios deben seguir si queremos que a los videojuegos poco a poco se les reconozca como un arte formal. 

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