El peligro y la adicción de los juegos “online”

A todos nos han enganchado, pero es muy difícil poder dejarlos

Títulos como Rocket League, Heroes of the Storm o League of Legends  así como los modos multijugador de muchos otros videjuegos, se han vuelto mundialmente famosos con el paso del tiempo. Pese a que la mayoría tienen modelos de negocio distintos, pues algunos de ellos son de pago y otros se pueden jugar de forma gratuita (aunque con microtransacciones con las que consiguen sacar algún dinerito a los usuarios), todos tienen una cosa en común: las respectivas comunidades de cada juego son muy activas y crecen día a día, convirtiéndolos en fenómenos sociales.

Estar permanentemente en línea puede ser una buena forma de socializar, de conocer gente nueva y romper las barreras geográficas desde nuestra consola u ordenador. De hecho, sobre el papel todo parece ser una ventaja, pero por desgracia, tienen unos inconvenientes que, a vista de algunos, hace que todo el posible beneficio que puedan ofrecer esta clase de videojuegos se quede en poco… o nada. Todo ello por una simple y llana razón: el vicio. La adicción que puede llegar a producir en una persona esta clase de juegos, es tal que a veces uno no llega a darse cuenta hasta que es demasiado tarde. El objetivo de estos títulos es claro: jugar una partida tras otra, sin parar, intentando superar las estadísticas de la anterior, todo ello con el único propósito mejorar y ser más poderoso que los demás (que no son pocos).

Muchos usuarios ven en la mayoría de las grandes joyas de los videojuegos (como por ejemplo, Mass Effect, The Last of Us, Undertale o Life is strange) una posibilidad de asemejarse y competir con el cine o la literatura, ya que aunque son conceptos distintos, ambos son capaces de contar una buena historia, con una línea argumental que suscite interés y que transmita emociones y valores. (como compañerismo, amistad, solidaridad, rebeldía, etc…). Por el contrario, los objetivos que se plantean en los juegos en línea no van más allá de lo dicho anteriormente; subir de nivel y tratar de ser el mejor, atrapando al juego y al propio jugador en un bucle infinito, derivando todo ello en una bonita forma de perder de tiempo. Algunos dicen que es una inversión, pues es una forma de entretenerse, y no lo niego… yo he caído en la mayoría de ellos, precisamente por ello se lo duro que es estar enganchado y pensar que es normal, que no pasa nada por echarle tantísimo tiempo y decir: “si al fin y al cabo sólo es un juego”.

Un ejemplo de esto que hablamos es el recién estrenado Pokémon Go, con el que Nintendo por fin ha da el salto a las plataformas móviles. Una apuesta por la realidad virtual que ha tenido una increíble acogida entre el público de todo el mundo, hasta tal punto que es difícil no ver a alguien por la calle pegado a la pantalla capturando pokemons. Varios accidentes se han dado lugar por culpa de la aplicación y por la falta de atención que esta genera, de forma que nos evadimos de aquello que te rodea. Desgraciadamente, da la sensación de que día a día, las grandes empresas sólo piensan en cómo tenernos enganchados, da igual a que precio, conectados permanentemente sin capacidad de tener consciencia del tiempo que estamos invirtiendo.

Sin autocontrol, este tipo de videojuegos pueden llegar a ser una verdadera droga, hasta tal punto que en algunos hospitales se trata la adicción a este medio como cualquier otro tipo de sustancia perjudicial para nuestro organismo, puesto que pueden llegar a generarnos adicción, frustración e incluso ansiedad. Hay que valorar y dejarse impresionar por las buenas historias, y sobre todo intentar buscar retos nuevos que nos permitan salir del círculo en el que algunos juegos consiguen meternos. Abusar de ciertos juegos es un peligro en el que todos hemos caido y caeremos… la pregunta es si sabremos darnos cuenta llegado el momento.