El precio de los videojuegos: una política que no se sostiene

El precio de salida y sus bajadas tras las primeras semanas

De un tiempo a esta parte es muy común ver como los videojuegos en nuestro país sufren un fenómeno curioso, un descenso en su precio inicial tras apenas unas semanas en el mercado. Desde el pasado otoño este suceso parece afectar a todos y cada uno de los lanzamientos y es extraño no ver descensos significativos en el precio incluso de algunos superventas. Los motivos de la industria para este tipo de actuaciones nos es desconocido aunque en algunos casos podríamos llegar a pensar que los juegos no llegan a las ventas estimadas mientras en otros no dejan de resultar sorprendentes por sus buenas cifras.

Desde el mayor de los fiascos al mayor de los éxitos se han visto afectados, incluso un exclusivo de PS4 como Horizon Zero Dawn ya se puede conseguir tras dos meses por veinte euros menos del precio que alcanzó en las tiendas el día de su presentación en sociedad. Pero esta sorpresa no es única, The Legend of Zelda Breath of the Wild ha podido conseguirse a un precio de derribo en su versión de Nintendo Switch, apenas dos meses y medio después de ser juego de lanzamiento de la propia consola y su buque insignia actual. No dejan de ser detalles muy significativos sobre cómo se comportan las compañías y distribuidores cuando se trata de llegar al gran público.

Dado este fenómeno no es de extrañar que el común de los usuarios se plantee seriamente adquirir un juego en la fecha de salida cuando apenas un mes después, o dos a lo sumo, ya puede conseguir su juego soñado a un precio bastante más reducido. Esa práctica de correr a las tiendas cuando un juego alcanza el mercado es una práctica que está a punto de caer en desuso, solo reservada a aquellos cuya impaciencia no les permita resistir la tentación de poner sus manos sobre el último juego en el que su hype se vio superado por la sensatez.

Antes aquellos juegos afectados por malas críticas y peores reviews eran fervientes candidatos a una temprana rebaja pero ahora hablamos de una práctica común que nos conmina a pensarnos dos veces esa adquisición prematura. La paciencia puede ser buena consejera, si las ventas no acompañan, si nuestro dinero no es destinado con preferencia a esas compras compulsivas, ya sabemos cuál será la consecuencia. La espera puede recompensarnos con el doble de diversión por el mismo precio.

Y es que el formato de novedades a 70€ parece estar en peligro de extinción. De acuerdo que si buscamos por todas las opciones que nos ofrece el mercado podemos hacernos con esos ansiados juegos por un precio más reducido que en ocasiones puede rondar el 15% de descuento y diez euros en nuestros bolsillos, pero la recompensa es mayor si nos dedicamos a terminar esos juegos anteriores que pueblan nuestras estanterías y no sucumbimos a ese particular síndrome de Diógenes que sufrimos los aficionados a los videojuegos de tener lo último de lo último. Poco después lo conseguiremos más barato.

La industria debe preocuparse por el modelo actual, analizar sus objetivos y evaluar si le compensa seguir lanzando los juegos a precios que no están acordes a lo que se ofrece. Se acostumbra a valorar el dinero invertido en nuestro ocio en precio por hora. Algunos videojuegos suponen un gasto por hora de juego mayor que ir al cine o al teatro, apenas seis horas de juego en una aventura de acción sin multijugador online pueden disparar por encima de los diez euros el valor de cada hora que hemos dedicado a esa diversión virtual, que encima tendrá poco de rejugable. Igual hay que replantearse un tanto lo que se ofrece y a qué precio lo hacen, de lo contrario los jugadores empezarán a plantearse seriamente lo que vale cada juego, teniendo en cuenta que ya es algo que ha empezado a suceder.

La información a través de Internet es cada vez más inmediata, podemos consultar los análisis y opiniones de los usuarios incluso algunos días antes del lanzamiento de la propuesta. Ser testigos de un downgrade o de lo poco que se tarda en terminar un nuevo juego, ser conscientes de la enorme cantidad de bugs que los deslucen hasta que consiguen ser parcheados tras diversas actualizaciones. Toda una batería de conocimiento que ha vuelto incluso prudentes a los compradores, cansados de ser engañados por compañías que lanzan videojuegos a medio hacer, hartos de ser beta testers involuntarios sin ver ningún beneficio a cambio.

Igual ha llegado el momento de que las compañías tomen conciencia de que no tienen un usuario final ciego y sin criterio. Que ya han forzado la situación hasta un límite insalvable y que el precio de los videojuegos debería ajustarse de mejor manera para lograr unos ingresos sostenibles desde el primer día, por no hablar de trabajar mejor los productos y no lanzarlos apremiados por las fechas límite. Un conjunto de circunstancias que puedan devolver la confianza de los usuarios por una actividad empresarial que a día de hoy está mirada con lupa, incluso sometida a un calculado ambiente enrarecido por actuaciones que han conseguido hartar a la comunidad gamer.