¿El videojuego cuenta como arte?

El videojuego es una disciplina artística tan válida como cualquier otro medio, ¿pero cúal es la razón para ello?

Muchos hablan de los videojuegos, sobre todo si es para desprestigiarlos. -Otros capitulan el tema con una frase muy simple pero a la vez muy directa: “son sólo videojuegos”. Niegan su validez como medio, como arte, como experiencia para el público. Aún recuerdo, y seguro que muchos también lo hacéis, la primera vez que estuve frente a una pantalla de videoconsola. En mi caso, fue una GameBoy Advance, con el recién salido Pokémon Rojo Fuego, pero el efecto fue minúsculo. Mi primera experiencia se resumió en tener una “maquinita” con la que pasar el rato, capturar X criaturas que surgían de la hierba y darle poca importancia al líder de turno del gimnasio.

Años más tarde, y ya con el fenómeno Pokémon languideciendo, mi tío, un fan de los “clásicos” y jugador empedernido de DOOM (del primero), comenzó a introducirme en ese mundo que se ocultaba tras una pantalla y que hacía años lo había capitulado, al igual que hacen los medios actualmente. Muchos os reiréis, pero empecé con COD4:MW y alcancé la cúspide con COD:MW2. Recuerdo que lloré con la reaparición del Capitán Price e incluso por aquél entonces me di cuenta que los videojuegos no “son sólo videojuegos”. Son arte. Yo llegaría a mi cúspide con Modern Warfare 2, pero muchos otros lo hicieron con entregas o sagas anteriores.

Todos hemos llorado, reído, saltado de emoción, de miedo (y si no, poneos cara a cara con Outlast, a ver quién es el guapo que no grita). Hemos evolucionado con los videojuegos al igual que nuestros padres lo hicieron leyendo libros y nuestros abuelos recorriendo las calles de su barrio o las afueras del pueblo. Crecíamos con lo desconocido y evolucionábamos, al mismo también que lo hacían también los videojuegos. Es verdad que siempre existirán esos títulos de consumismo barato que sacar cada X años para que la industria no muera (un buen ejemplo es la situación actual de la saga Call of Duty), pero también Picasso y Dalí sacaban obras rápidas y fáciles con las que poder comer esa semana. Y entre todas estas se sitúan títulos como TheBindingOfIsaac, Bioshock, DarkSouls, Skyrim, ToTheMoon, Inside, NeverAlone, Mirror’sEdge, Portal, SuperMeatBoy, SilentHill, Unepic, Undertale y la lista sigue y sigue. Juegos que han llegado para profundizar en el medio. Para gritar “¡NO SOMOS SÓLO JUEGOS! SOMOS UN SENTIMIENTO“.

Cada uno expresa en su campo lo que ningún otro ha podido imaginar. Undertale nos plantea una historia continua, donde nuestras acciones afectan al mundo y a los personajes como si fuese una realidad cíclica. TBOI es el expresionismo humano expresado en código. DarkSouls te enseña la dificultad de vivir y la satisfacción de superar un reto que a todos les parece imposible. Mirror’sEdge estudia las máximas capacidades del entorno de un videojuego, al igual que lo hacen otras entregas como Portal o Dishonored. Unepic nos enseña que la vida hay que tomársela con una sonrisa. E incluso algunas de esas entregas rápidas muestran que el videojuego es una expresión de nuestra realidad y forma de vivir (no hay más que ver el reciente Watch Dogs 2 y darse cuenta de que 4 pringados bien organizados pueden hacer mucha pupa en pleno siglo XXI). Que coño, si incluso Papers Please nos enseña lo duro de vivir bajo una dictadura.

Si todo esto no sitúa al Videojuego en el mismo nivel que el resto del arte, ya no sé que lo hará.