Katsuhiro Harada, creador de Tekken da su opinión respecto al tema.
A mediados de los años 50, nace el concepto, el recurso interactivo que permite simular experiencias orientadas al entretenimiento: El Videojuego. El autor de la famosa saga de combate cuerpo a cuerpo se muestra soprendido ante la evolución tecnológica y cultural que ésta disciplina ha alcanzado en poco más de medio siglo.
Está claro que la idea de videojuego cambia dependiendo del entorno cultural. Según Harada mientras que en Estados Unidos es un elemento de consumo, en Japón un producto para distraer a las masas y en Europa se presta a debate si dicho método de entretenimiento tiene relación alguna con el arte.
Para expresar su punto de vista, el padre de Tekken, hace énfasis en el diseño visual del juego, el cual se aleja del estilo oriental con un talante realista más propio de la cultura europea y norteamericana.
“Cuando nació el videojuego empezamos a utilizar una tecnología muy puntera de diseño poligonal. Era muy difícil crear figuras anime porque los personajes quedaban como esculpidos. Era una limitación técnica, pero en el mundo occidental gustó mucho esta estética” .
Así como el Séptimo Arte, los videojuegos dependen de muchos elementos para su realización: guiones, banda sonora, actores, diseño artístico, fotografía, etc. Ambas disciplinas tienen el poder de alterar los sentimientos de los espectadores y de causar emociones durante el transcurso de si mismas. La única diferencia real entre éstas es la interacción, el poder de decidir el destino del protagonista.
Harada, quien manifiesta una total falta de preocupación respecto a la controversia sobre el factor artístico presente -o no- en los videojuegos, invita a los desarrolladores independientes a arriesgarse, a tratar de emocionar a los jugadores, a causarles miedo, euforia e intriga, sosteniendo que si lo consiguen, el título será un éxito y eso se reflejará en sus ventas.