Jason Ronald, de Microsoft, pone en valor la integración de hardware y software que han ideado para Xbox Series X
Uno de los mayores miedos a la hora de encarar la construcción de Xbox Series X es la posible existencia de cuellos de botella que impida que el hardware puede alcanzar todo su potencial. Desde Microsoft lo tienen bastante claro, no será el caso.
Pero antes de seguir vamos a explicar en qué consiste el denominado cuello de botella. Un cuello de botella es cuando en un PC, o en este caso nuestras consolas, están realizando una tarea muy exigente y parece que algunos aspectos del sistema deberían desempeñarse mejor.
En los juegos, un signo revelador de un cuello de botella es que la tarjeta de vídeo obtiene puntuaciones y rendimiento de referencia mucho más bajas que la mayoría de las personas con la misma instalación.
Como el rendimiento del procesador y la tarjeta gráfica son en gran parte responsables de lo bien que va el juego, la culpa se establece en el procesador por causar un cuello de botella en el rendimiento, de ahí que se lo denomine “cuello de botella del procesador”
Pues bien, sabiendo esto. Tal y como expuso Jason Ronald, ingeniero de la firma, al ser preguntado por el magazín británico Eurogamer sobre la importancia actual del debate en torno a los teraflops:
Para mí, lo más importante es el rendimiento del sistema, de punta a punta. No enfrentar un aspecto contra otro. Para nosotros la clave era conseguir niveles estables de rendimiento, algo que no se haya visto antes. Diseñamos el sistema para que fuera equilibrado, sin cuellos de botella ni ninguna clase de compromiso en algún área.
En este sentido mencionó la arquitectura Xbox Velocity, elogiada ya por varios desarrolladores, que en palabras de Ronald se pensó con el objetivo de que fuera la solución para el streaming de recursos:
Todo se reduce a la innovación y la integración entre el hardware y el software, tal y como explica. Enumerando cómo además de invertir en una unidad SSD han creado nuevos sistemas y funciones para sacarles provecho:
No solo tenemos 12 teraflops de potencia, sino que los desarrolladores pueden ser mucho más eficientes en su uso. De hecho, podrían obtener resultados que vayan más allá de los teraflops sin procesador disponibles en la caja. Esto es algo que definirá lo que es posible en esta próxima generación.
Recientemente tuvo lugar la primera toma de contacto con los juegos de nueva generación en Xbox Series X.