Dejemos por un rato el debate en torno al libro que he leído que a nadie le importa. Hoy hablaré sobre un tema que me ha estado incomodando un poco desde hace unos meses. Y es que al parecer, los periodistas de videojuegos tienen los estándares muy bajos a la hora de calificar una obra que ha salido recientemente.
El séptimo arte es un medio que está bastante avanzado ya, muchas películas han salido que han marcado un antes y después en la historia cinematográfica. Los videojuegos apenas y están empezando a florecer como tal. Solo hay que hacer una comparación rápida en Metacritic para darnos cuenta de esto; una película en la página que recopila las notas de los críticos, puede tener un 70 y es una buena película, un 70 para un videojuego quiere decir que es un muy mal videojuego. Un 80 para una película quiere decir que es una muy buena. Un 80 para un videojuego quiere decir que es más o menos bueno.
¿Ven el problema aquí?
Para que a un videojuego se le considere bueno o que siquiera valga la pena, debe de tener como mínimo, un 85 (u 8.5, da igual) ¿esto qué quiere decir? llevo un gran tiempo planteandome esto. ¿Es porque nosotros no somos exigentes? Tal ves, pero ya traté ese tema en otra ocasión, ¿es porque no tenemos un referente importante para comparar? tal ves, nos acercamos.
El videojuego mejor valorado por ahora en Metacritic, es The Legend of Zelda: Ocarina of Time, es el único videojuego que tiene la media de 99, ningún videojuego tiene esa misma calificación o alguna mayor. Ahora veamos al videojuego en si. Sí, es un clásico del medio, es un clásico del género de acción y aventuras y demás, ¿pero en realidad debería de ser un referente para lo que debería de ser un videojuego en el futuro? en mi opinión, no. Las películas mejores calificadas de la historia, las cuales tienen un 100 perfecto, incluyen a cintas como El Padrino. Ese que sí es un gran referente para la cinematografía en general. Pero esto es GamElegant, no FilmElegant (¿?). Mi punto es que los periodistas de videojuegos siguen calificando muy alto a lo que sea que esté saliendo ahorita mismo.
¿Pero eso es necesariamente un problema?
No, no lo es. Esto solo quiere decir que todavía no llegamos a ese punto en el que los videojuegos han pasado a ser otra cosa, al punto en el que porfin nos liberamos de nuestro pasado lleno de arcades y mata-marcianos. ¿Y por qué es bueno esto? ¿no debería de ser al revés? ¿no me quejo constantemente de que deberíamos de madurar como medio de una vez? sí, así es. Pero me enojaría más si hubieramos llegado a “ese punto” sin haber sacado varios videojuegos que en realidad muestran las capacidades del medio en su totalidad. Mucha gente alega y defiende que la época dorada de los videojuegos fue la era de los 16-bits, la cuarta generación de consolas. Pero yo no creo eso. Yo creo que ahorita mismo estamos viviendo la época dorada de un medio muy joven que sigue en pañales.
Fue hasta 40 años después del Pong que empezamos a ver videojuegos como Heavy Rain o Journey. Ahorita mismo, lo que estamos viviendo, es un punto en el que estamos cambiando, en el que están surgiendo personas que se esfuerzan por cambiar las concepciones del videojuego. Los autores independientes como Lucas Pope o Jenova Chen, personas que se encuentran en ligas mayores que utilizan sus recursos para hacer lo mismo, Ken Levine o Hideo Kojima. ¿Que si nuestros estándares están muy bajos? sí. Lamentablemente sí. Pero esto quiere decir que todavía hay espacio para el cambio. Todavía hace falta que llegue el primer videojuego valorado en 100, ese videojuego que marque el camino que deberían de seguir los videojuegos en el futuro.
Sí, me molesta que la re-edición de un videojuego más o menos bueno tenga un 88 en la página (Guacamelee versión PS4) de acuerdo a los estándares que dejó en 1998 Ocarina of Time. Pero al mismo tiempo me da confianza, confianza de que todavía no logramos sacarle todo el potencial a los videojuegos. De que todavía queda explorar bastante dentro de los confines en los que nos encontramos ahorita mismo. Ojalá en esta nueva generación podamos ver más marcado este cambio de camino y de dirección. Ojalá que para cuando empieze la novena generación, veamos un videojuego que haya igualado o superado a Ocarina of Time en cuanto a la valoración por parte de la comunidad y prensa, pero que esta vez, de verdad se aproveche del medio que son los videojuegos.
Y sí, se que las reseñas y los análisis no importan mucho porque cada quien tiene su propia opinión del videojuego. No porque un videojuego tenga un 97 quiere decir que le gustará a todos *ejem* GTA V *ejem* pero la media en Metacritic es una forma de representar la atracción general que tiene un videojuego. Es una forma de generalizar lo que le gusta a la gente. Gracias a Metacritic puedo saber que a la gente en general le gusta mucho Grand Theft Auto, pero no es necesariamente un videojuego que me guste a mi. De la misma manera, se puede decir que a muchísima gente no le gustó Transformers: La Era de de la Extinción, demostrando que los cinéfilos tienen unos estándares altos.
Pero al final creo que muchos de ustedes me argumentarán que no, que nuestros estándares no están bajos, que simplemente es cuestión de gustos y demás. Pero al menos yo, aunque suene pedante, creo que la gente en general (no estoy diciendo que todos) tiene unos estándares demasiados bajos a la hora de hablar de videojuegos. ¿De qué otra manera se puede explicar que Watch Dogs tenga un 80 de media en Metacritic? (me preparo para la oleada de gente que me odiará por decir algo malo de Watch Dogs).
Sin embargo, creo que por fin estamos empezando a exigir más (sí exigir es una palabra que uso mucho en mis artículos), cada vez se ve a más gente que piensa que darle un 70 a un videojuego nuevo Triple A es una calificación adecuada, que ese videojuego Triple A necesitaba ser algo más. Cada vez hay más gente dentro de la prensa de videojuegos que está dispuesta a darle un 70 a Call of Duty. Lo repetiré de nuevo, estamos viviendo la época dorada de los videojuegos. Estamos viviendo un gran cambio, uno lento, pero al fin y al cabo, Roma no se hizo en un día.